Sigo durmiendo

I
Sigo durmiendo sin importar la claridad de la luz,
mis párpados pesaban como pecados en el infierno
y mis manos tocaban el pecho imaginando
un corazón palpitar.

Blanco y frío como la niebla,
tenso como la ira de mi odio.
Viendo desfilar los rostros
dibujando en sus caras
la tristeza; llanto hipócrita.

II
Siento y, no siento nada,
lloro en silencio la amargura
de nada más que odiar.

III
Sigo durmiendo velando el manto negro
del ocaso hasta llegar el alba
junto a una ventana del tamaño
de mi rostro blanquecido.

IV
Olores frescos rodean mi aura inexistente
que mezclado con el márago amargo;
nada me conmueve,
nada me convence.

V
Sigo durmiendo bajo el techo gris
que me vio nacer y hoy
me observa de frente.

VI
Nada que se mueva toca mis sentidos,
sentidos como el antes
y el ahora.

VII
De repente; tu llanto,
llanto distinto;
penetrante.
Ahoga en mí un nudo en la garganta
y me hace mirar, sin mirar;
temblar, sin temblar,
gritar sin ser escuchado,
suplicar lo imperdonable
por todos.
Exceptuándola a ella
que me habla al oído.
Que me escucha.
Mientras sigo durmiendo.