En la eternidad – Verónica Schennel Ottati



Manos sudorosas que temblaban, ojos empañados que buscaban consuelo, lágrimas que se
desprendían de mis ojos, tal como se desprendió mi mano sin vida mientras tú la sostenías.
Ya no sentía dolor, pero tú si, sentías el dolor de mi partida.
Tu rostro que tanto amé fue lo último que ví.
Mi alma se desprendió de mi cuerpo, ese que fue mi vehículo durante mis cortos 20 años de
vida. Subí y me eleve, y estando arriba pude verte, cuidarte y acompañarte, riendo contigo

y llorando junto a ti mientras secaba tus lágrimas y las mías. Siempre me recuerdas, aun a
veces lloras por mi, pero lograste salir adelante, continuar tu vida y ser feliz.
Estuve en tu boda, vi nacer a tu hija, ese pedacito de ti que lleva tu rostro, ese rostro que
tanto amé y que al cerrar los ojos fue lo último que vi.

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