La muerte y su naturaleza
Historias de estepas, de selvas tropicales,
ingerí agua de minerales para desintoxicarme,
en las praderas había necesidad de techo,
y con los hogares destruidos tocaba remendar.
Perseguía cunaguaros, perdía la razón
porque nunca los lograba atrapar sin clave.
Me miraba la tundra y se compadecía,
pero eso no me impedía copiarme las soluciones.
Pronto el tragaluz recuperaba su sentido:
vi desesperado a un cuerpo que se dejaba morir,
atravesé el barro para alcanzar su posición,
pero sus inertes extremidades se adherían al suelo.
Sentí los ojos henchir porque no detuve a la muerte,
en cada uno de mis parajes lo mustio se regocijaba,
tuve los dos brazos repletos de almas que goteaban,
pero disfruté después la digestión.