Migraciones silenciosas – Elier Mayorga



Todo migra.

El agua de los ríos, el mar. El viento que no cesa. El fuego en su danza y la tierra de un lugar a otro.

Todo migra.

¿Nosotros los humanos no? ¿Permanecemos? ¿Permaneceremos?

La definición de la palabra migración nos remite al movimiento, a desplazarse, a cambiar de sitio.

Dentro del llamado templo del cuerpo, todo migra y se mueve sin apegarse a vidas imaginarias.                             Lo profundo no tiene vidas imaginarias, solo vive sin juicio.

Es decir, una bacteria que se mueve y cambia de sitio a cada momento y muere cuando acaba su función: migra.

Parásitos, hongos y costras biológicas viven, se mueven y mueren: migran.

En estos organismos se encuentra toda la información de la vida y del universo. Son realmente la base de la vida, los micro organismos.

¿Será entonces que son seres sin conciencia por su tamaño y función?

¿Se plantearán en algún momento el concepto “conciencia” o el de “migración”?

En el supuesto caso que estos seres vivos complejos y multitudinarios tuvieran la facultad de cuestionárselo, ¿tendrían el tiempo necesario para resolver el misterio?

Entonces el asunto acá es el siguiente:

¿Cuál será la diferencia entre esos micro organismos generadores de movimiento y vida y el macro organismo compuesto de ellos llamado cuerpo?

¿La razón? ¿El pensamiento? ¿La emoción?

Pensar y convencerse que asentarse o permanecer en un sitio que nos proporciona una seguridad falsa o inventada, desde esta perspectiva biológica, sería un suicidio lento.

El agua que no se mueve se pudre, el fuego que no se mueve se apaga, la tierra que no se oxigena se vuelve infértil y sin aire en movimiento, la vida se termina también.

El templo, siempre está en movimiento profundo, y aunque estemos sedentarios ante el paso de la vida misma dentro de nosotros, esta genialidad de macro organismo llamado cuerpo, lucha por conseguir la homeostasis de momento a momento sin escrúpulos ni apegos a la célula muerta o al parásito a punto de ser expulsado, incluso a la extremidad enferma que amenaza al conjunto de órganos, sangre, tejidos y conexiones que lo conforman y que quieren continuar en movimiento.

¿Nos damos cuenta que somos movimiento? ¿Nos damos cuenta que la vida cambia de momento a momento y que caminamos pisando lo muerto y viendo florecer lo que nace dentro y fuera de nosotros?

Todo migra.

El pensamiento mismo que fue en las líneas leídas, acaba de morir, porque así es la vida. Y la muerte también.

Elier Mayorga

México – Nicaragua

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