Descripción
Forma parte de la competencia docente no sólo la capacidad de hacer bien aquello que se hace, sino de hacer el bien con aquello que se hace. No es un juego de palabras, es un objetivo. Pero, ¿qué entiende el autor por el bien? No es el bien exclusivamente; no es el bien del individuo, aunque también lo sea, sino que es el bien de la comunidad de la cual forma parte el individuo. Hacer que las personas se formen para ser decentes, para que rechacen aquello que disminuye la dignidad colectiva y, fundamentalmente, para que no empequeñezcan la vida; una vida abundante, que sea sencilla, sabiendo que sencillez no es miseria, no es indigencia. La sencillez es que cada persona tenga lo suficiente para una existencia digna. No es la vida con ostentación; es una vida sin carencias para todos y todas. Si una institución no actúa en dirección hacia una vida buena para todos y todas, no es una institución justa. Por eso, no basta con hacer bien las cosas. Es preciso incluir la idea de hacer el bien, ¡con audacia y esperanza! Es necesario que nosotros, educadores y educadoras, dentro de las escuelas, de las organizaciones no gubernamentales, de las entidades de apoyo, de las empresas o de la familia, tengamos ideas, y soñemos, para sustentar el mundo y a las futuras generaciones.
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