Semana Santa, semana de hipocresía,
celebran la muerte de un maestro,
mientras, miles de víctimas, perecen
en guerras impuestas por un demonio,
a quien llaman dios.
¡OH Yahvé!
¡OH Allah!
Padre de la abadía y la codicia,
el demiurgo, el que imita y pervierte,
el que sacrifica a inocentes como alabanza,
el que miente mientras pide adoración.
Desgraciado Abraham por encontrarse con la zarza ardiente,
¡Miserable Moisés por traer la tiranía del fuego infernal!
Me llaman villano por decir la verdad,
mientras cubren el ultraje de almas inocentes,
y divulgan la moral necia de los clérigos inmundos.
Y ahí está, dios celebrando con sangre su pentecostés.
Maldito seas, Bazofia de la perdición,
rey de la imitación y el opositor,
has engañado a tus feligreses con
el vil engaño de la transgresión
al que llamas pecado.
Inmaculado maligno,
que bajo su sombra
lleva el calvario infructuoso,
de mujeres íntegras de virtud.
A las que llamasteis brujas.
Las brujas que han de regresar
para recuperar su legado,
el letargo de la sabiduría,
el conocimiento oculto
y la salvación humana perdida.
¡Tu luz bel! Tu final
serán las llamas de las cuales provienes,
incinerando hasta el más último recuerdo.
De tus cenizas renacerá el conjuro,
de la diosa que tantos temes,
Sí… el conjuro de la luna roja,
Roja… porque del sol es regente,
y te asolará con su pasión.
Tu tiempo como Elohim se desvanece,
como el último aliento
de aquellos a quienes azotaste,
en tu absurda adquisición.
Serás el olvido, la negación y el martirio,
la burla y el vacío,
¡Oh infeliz demiurgo!