Descripción
Estaba encerrada en el baño. Los vidrios empañados, la ducha prendida y su piel enrojecida de calor y placer. Frente a ella, un espejo enorme de pies a cabeza: motivo perfecto para durar horas sin pausa, y así disfrutar cada espacio de su ser. Su mente la ayudaba a fantasear sus mayores deseos, los cuales la envolvían en un mar de infinitas ansias, que al recorrer su cuerpo la hacían estremecer. Esta rutina la tenía en todas las mañanas para empezar con vigor y lucir despampanante ante lo que más amaba ver. Muchas veces el reloj se adelantaba y con alguna excusa llegaba: se quedaba en su cama, con el propósito de disfrutarse a sí misma, hasta sentirse saciada de un efervescente y espasmódico renacer.
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