Descripción
Al abrir el bolsillo interior de la mochila descubrió los guantes ensangrentados que había introducido aquella noche en una bolsa transparente. Le vinieron a la cabeza las terribles escenas del día anterior y sintió un escalofrío que no pudo reprimir. Ese mismo día el inspector Juan Izaguirre llegaba a la comisaría, más contento que de costumbre, cuando retumbó un «tenemos un cadáver» en la voz de la subinspectora Lidia Ortiz.Rotunda, ágil y curiosa, la escritora María Luisa García-Ochoa nos sumerge de lleno con su segunda novela en una historia en la que el suspense convive, hasta las últimas páginas, con la ironía, el humor y una buena dosis de denuncia a un sistema en el que los muertos son daños colaterales a los que maquillar.
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