Descripción
Vivimos en un mundo lleno de enfermedades, de miserias, de guerras, de injusticias Hoy, más que nunca, hace falta una buena dosis de Romanticismo. Esta corriente, tan necesaria y tan denostada por tantos, se originó tras una profunda crisis social e ideológica, con la idea de que la razón no era suficiente para explicar esa dura existencia, que es repudiada de plano. Se enfatizan la subjetividad y las emociones. El autor romántico buscaba escapar de la realidad inmediata que lo abrumaba y lo angustiaba. Por eso, las obras suelen representar tiempos pasados se idealizan épocas anteriores o lugares lejanos. El artista se refugiaba en sí mismo y se aislaba de la sociedad: era un genio incomprendido, de vida atormentada. El carácter onírico también tiene su protagonismo: el movimiento expone situaciones relativas a los sueños, las pesadillas y las fantasías. Nos muestra trances en los que la imaginación se libera del sentido de la razón, incluso a través de contenidos tabúes, oscuros y satánicos. Es en este caldo de cultivo donde nacen los Sonetos desesperados. En ellos se respira un poso de amargura y desesperación; un halo romántico y, por ende, trágico. El presente es horroroso; el futuro también se rechaza porque no existe, y el pasado lo inunda todo, como el único cabo al que asirse tras el naufragio. Aparecen temas como los celos, el amor imposible, la muerte, la incomprensión, la soledad, el sexo latente, la ausencia, la nostalgia y un profundo pesimismo vital.
Valoraciones
No hay valoraciones aún.