Descripción
Esta obra recoge la reflexión de un economista sobre la débil respuesta de la sociedad a una crisis económica cuyos elementos son notorios y apuntan a un progresivo empeoramiento. Una sociedad informada, con extrema sensibilidad para descubrir todo tipo de problemas o afrentas, practica sin embargo el negacionismo colectivo frente a cuestiones tan serias como la obvia dificultad de pagar las pensiones futuras en una sociedad envejecida. La explicación intuitiva estaría en esos dirigentes políticos superficiales y cortoplacistas, que evidencian escasa capacitación y una tendencia a la polarización partidista que lastra cualquier iniciativa sensata. Pero son los políticos, con sus programas, que votamos. Realmente tanto la irresponsabilidad como la polarización ideológica residen en toda la sociedad. Ello nos lleva a indagar en el origen de las actuales instituciones sociales y en la propia naturaleza humana. El problema de fondo radicaría en la desconciliación de ambas cosas. Nuestro progreso se construyó sobre principios sólidos: la libertad, la igualdad y el respeto al Estado de derecho, pero el modo en que han sido institucionalizados, bajo una visión equivocada de la naturaleza humana, ha ocasionado efectos indeseados, especialmente dañinos al exacerbar nuestras diferencias ideológicas. Esa auténtica crisis moral va más allá de una coyuntura económica y conduce a la quiebra de nuestras instituciones públicas, y, con ello, al final de un largo ciclo de progreso. Evitar la regresión no exige renunciar a nuestros principios. Se trata de reformular nuestras reglas del juego bajo la inspiración de la ética de la responsabilidad, donde la sociedad en su conjunto asuma la misión de promover la efectiva autonomía de todos sus ciudadanos, para hacerles realmente libres y responsables.
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