Descripción
La polémica interna del arte cubano se extiende, si somos rigurosos, como magma primigenio, desde las primeras vanguardias, y desde la reinterpretación de las mismas a partir de 1959, en especial desde 1961 con la advertencia de terror que fueron las Palabras a los Intelectuales, convertidas en dogma y manual académico para los estudios universitarios, relativos al Arte, la Literatura y la Historia del Arte y ratificadas como leyes culturales, después, en el famoso Congreso de Educación y Cultura de 1971. En este punto cesa cualquier debate: se para, se evita y se pierde. Ahí, en esa reinterpretación y en ese dogma, es donde se desarrolla la enseñanza del arte, la docencia para los historiadores del arte, las publicaciones de manual y, cómo no, los espacios silenciados, cada vez más largos e interruptus; y, por supuesto, la defenestración continua de artistas, obras y exposiciones, y el ostracismo: acción cultural retardataria y opresora. Este ensayo pretende una reescritura del Arte Cubano, cuestionando la manipulación y la omisión por parte de los académicos cubanos, que formaron generaciones de historiadores y críticos en un oportuno y maniqueo conocimiento con base más ideológica y política que epistemológica. Perpetuas deshauciadas es, en definitiva, un primer abordaje para empezar a reescribir la verdadera historia del arte cubano, releyendo y reconstruyendo una de las parcelas más damnificadas: las mujeres, el arte y la exclusión, no sólo del discurso plástico, sino también del intelectual que no se aferrara a ser construido al manual de uso.
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