Descripción
Quien bautizó como la edad del pavo ese tiempo perplejo, indeciso, revolucionado, en que los zangolotinos descubren la ternura y el odio y la desazón y la calma de la cama cuando es y no es un pas a deux, estaba tan estupefacto como los dioses a la hora de subir al cielo hartos de la dieta terrenal. Una dieta, a estas edades, las que describe Vicente Araguas en su nuevo libro de relatos, hecha de pavos trufados. Asunto tan nutritivo como la prosa y el concepto de este autor viajero de una vida intensa que pasó de la adolescencia propia a la ajena enriqueciendo con ellas su narrativa, que aquí se despliega con argumentos de pavo real a veces, otras con las maneras del pavo doméstico, el que hace glo-glo y espera inútilmente el indulto de la presidencia. Vuelve a Lastura Vicente Araguas, luego de aquel fulgurante Nos dio por llorar mientras llovía, y regresa con más poderío si cabe. El que le da la risa, a veces carcajada, de su fondo de armario donde siempre habrá plumas de pavo con que cubrir desnudeces. O tal vez no. A lo mejor conviene mostrarse tal cual, en pelota brava o picada, cubiertas eso sí las muchachas con pamelas con que ahuyentar gaviotas agresivas mientras sus madres se disfrazan de enfermeras y las profesoras tirando a hippies explican problemas de móviles imposibles para escolares granujientos empeñados en que les crezca un bigote con que cantar rancheras con más propiedad y damas glamurosas que piden no más chistecitos, por favor. Edad del pavo, trufado y muy sabroso, como los relatos de Vicente Araguas, para qué engañarnos.
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