Descripción
En La cura de todos los males, diferentes tópicos de la poesía amorosa de Occidente se dan cita, por medio de la voz lírica que propone Eduardo León, poeta de la carne dispersa. Si Denis de Rougemont afirma que lo que exalta el lirismo de nuestra cultura no es el placer de los sentidos, ni la paz fecunda de una pareja. No es el amor logrado. Es la pasión del amor, el poeta ecuatoriano lo reafirma desde la concepción del erotismo como principio de libertad, porque en estas páginas la libertad es protagonista. Si de las pasiones de la carne viene la poesía al mundo, como lo entendían los griegos, es verdad que la poesía es violencia del lenguaje, siguiendo a Octavio Paz, como es violencia el acto amoroso, sublime en un ritual de intercambios corporales que dan sentido a un hecho concreto: el placer.No extraña, en este sentido, advertir que el amante, a la manera de Catulo o Propercio, busca el agua, porque ha venido con sed, no a una reunión en particular, sino a la vida.Algunos dicen que es hermoso, otros lo ven como una ideología para aquellos que explotan de sentimientos, para aquellos que aman contra viento y marea.Puede que el amor sea eso, puede que el amor sea el conjunto de sentimientos envueltos en un te quiero, el conjunto de versos dispuestos en un poema, las letras de una canción, la suave melodía que escuchas cuando empiezas a amar, puede que el amor sea un conjunto de cosas, quizá un universo que nadie puede explicar, puede que el amor sea eso, o puede que sea una mezcla de sentimientos con la intención de esclavizar a un corazón dispuesto a partirse en dos cuando algo te decepciona.O simplemente sabemos conjugar a el amor… Y otras cosas raras.
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