Descripción
No es en modo alguno ocioso debatir acerca de la Ilustración, sobre todo si se observa que los contenidos rutinariamente aceptados que le dan forma son incompletos o no son justamente consistentes. La deficiencia del ideario ilustrado es asumible en tanto que la razón es siempre limitada en su confrontación con la realidad, pero no es asumible cuando es resultado del ideologismo y este, por principio, se encuentra incapacitado para comprender la historia o la realidad. Si el a priori cultural requiere por principio de la no consciencia de sí mismo, sucede que en la época contemporánea, justo aquella suscitada por la Ilustración, la configuración del a priori cultural con suma facilidad se mantiene inconsciente de sí mismo en virtud de los poderes de proyección rápida y masiva y capaces de provocar, en consecuencia, un alto grado de producción ideologizada, es decir un proceso intenso ajeno a la ética.La Ilustración universalista requiere consideración no ya por el simple hecho de que no es aceptable la omisión de una parte de la realidad sino por cuanto presenta una ética arraigada, no fundada en fisuras inasumibles, y por cuanto ofrece un modo de actitud a partir de ese arraigo respecto del mundo moral y de las comunidades científicas y el proceso de globalización que las envuelve.El hecho es que el asunto de la Ilustración, al igual que el de la Comparatística, no se encuentra ni mucho menos resuelto, como con demasiada frecuencia se ha querido sugerir e incluso imponer. Quizás el principal problema ha consistido en el divulgado y grave error de haber sido considerada usualmente la Ilustración europea como un fenómeno homogéneo y en progresión unilineal. Mediante Idea de la Ilustración: Estudios sobre la Escuela Universalista se presenta la fenomenografía de uno de los momentos mayores del humanismo universal y la cultura hispánica.
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