Descripción
Una mujer de unos 25 años aparece estrangulada en el umbral de la puerta de un cementerio (posible escena del crimen) enroscada en un papel de gran tamaño envolviendo su cuerpo y que tiene escritas las palabras: FIN DE LA HISTORIA. Pero no es la única. A lo largo del relato otros personajes aparecen envueltos en distintos carteles, incluso una Reborn, que, a modo de desafío, forman el prólogo de una historia abarrotada de objetos, situaciones, y, lo único importante como si de un retorno al mundo homérico se tratara- serán los acontecimientos. Está claro que el comisario Malumbres, se volverá loco. Las palabras ¿qué?, ¿cómo?, ¿cuándo?, ¿dónde?, ¿por qué? con las que comienza su investigación; ¿cuándo sucedió?, por la mañana, por la tarde, en la noche y una o unas inexistentes escenas del crimen son especialmente importantes, pero alcanzada la plenitud de la perfección, a lo largo del relato los crímenes pierden relevancia. El asesino, culto y clarividente, en cada cadáver deja escrito un sumario, una huella, un mensaje, una evocación individual como acompañante de un proyecto de viaje al futuro, que no lo hay porque no se ha alcanzado definitivamente. Y desde Quentin Tarantino, cineasta del fin de la historia, nos arrastra hasta Nietzsche, Fukuyama, Hegel, Fichte, Francis Bacon, Raymond Carver, Michel Foucault, André Glucksmann, Isahiah Berlin y otros que serán las resonancias negativas o positivas en el terreno del mal. El fin de la historia es el fin de la aventura En definitiva, que para el comisario Malumbres, la intriga y la resolución de los casos criminales será un camino de lágrimas. El asesino le hará buscar una revelación paulina, una visión teológica de la vida hasta alcanzar la plenitud a través de la salvación
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