Descripción
Los niños que gobernaban el colegio los recibieron a todos porque aprendieron a escuchar, e intuyeron que el diálogo es el principio del entendimiento, que la palabra es la gran aliada de la aventura humana y que los vocablos no se deben usar para agredir sino para acercar, que no son cercas de alambre sino senderos de colores, que no hay que darles la contundencia de los golpes sino la suave forma de las caricias; y supieron que si los mayores en vez de esgrimir las armas utilizaran las palabras, la paz florecería en todos los corazones de la Tierra. La vida es magia, asombro cotidiano, inmensidad interior. Pero para que sea posible, se necesitan soportes como la tolerancia, la convivencia y el respeto. Ejerciéndolos, se llegan a entender la libertad y la justicia, y se encuentra el camino para la construcción de la paz, que, desde luego, pasa por el meridiano del amor, el valor por excelencia.
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