Descripción
En Barras paralelas el autor hace converger las líneas paralelas de la adoración y de la lujuria mediante la fuerza del amor, así dichos opuestos son trascendidos en el alambique de la sublimación, por aplicación de la llama del deseo. El erotismo se muestra a flor de piel, elevándose el deleite de los amantes a religión del cuerpo, toda vez que fueron invocados el amor edípico, la prostitución sagrada, el culto a la madre naturaleza y la fecundidad, cantando a la mujer en calidad de Diosa en todo su esplendor, el cual le fue negado por el patriarcado. La integración erótica de las energías masculina y femenina lleva a la realización espiritual. Mientras hay vida hay amor, y mientras hay amor es porque hay vida. Por consiguiente, el autor acaba reivindicando como más alto privilegio, morir en el regazo de la amada.
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