Descripción
El fuego y los incendios forman parte de la historia del hombre. Aquel fue probablemente la mayor conquista en la evolución humana, porque le permitió calentarse y defenderse, preparar la comida, iluminar la noche y adentrase en el interior de cuevas en las que desarrolló, con sus primeras creencias religiosas, el arte rupestre; más tarde abrir calveros donde establecerse y cultivar la tierra, cocer sus cerámicas y reducir los metales.Este fuego benefactor tuvo, como contrapartida, otra cara más amarga, la de los incendios, constante en la historia, con su rastro de dolor y destrucción. Los provocados fueron un arma utilizada en las guerras y en los enfrentamientos sociales, porque con él se buscó reducir a los enemigos, someter a los insumisos, quemar los bienes y señas de identidad de los pueblos. Los domésticos, porque lo arrasaban todo en minutos, dejando en la miseria a los que los padecían.La provincia de León no ha escapado a esta historia; al contrario, ha sufrido numerosas guerras y enfrentamientos civiles en los que el fuego ha destruido parte de su patrimonio. Por otro lado, los incendios domésticos, menos conocidos pero muy frecuentes en montes y pueblos, fueron una realidad cotidiana e inevitable hasta la creación de los servicios contra incendios. Arde León, libro insólito en la bibliografía española, rastrea esos incendios, busca explicarlos y estudia los medios que las autoridades pusieron para combatirlos
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