Descripción
Sobre el hombre se ha escrito mucho, pero si nuestro entendimiento no llega a dominar exhaustivamente los objetos que investiga, menos aún agotará el inagotable tema del hombre. Si además contemplamos al hombre desde la fe, se reviste nuestra contemplación de una luz orientadora y llena de alivio, pero es de una luz en la noche, que no suprime muchos de nuestros interrogantes. Al contrario, la fe es un acicate, que aguijonea la búsqueda de la teología. Por eso siempre estará justificado el intento de renovar la visión del hombre nuevo, que Dios ha llevado al ser en la nueva Creación. Está el propósito de priorizar la vida sobre la razón conceptual y razonadora. Está el designio de no separar la teología de la espiritualidad, con la consiguiente inclinación de simpatía hacia la teología oriental. Y está muy visible la atención al magisterio de S. Juan de la Cruz, que con tanto rigor, detalle y gala de belleza nos ha mostrado la vía de la deifi cación del hombre, el objetivo sumo de la encarnación del Hijo de Dios, según la tradición de los Santos Apóstoles.
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