La resurrección de Anarah – Jose Angel Muñoz Juárez



“Toda muerte es principio de una vida”
Jose Martí


Anarah murió durante las lluvias de abril que anuncian la llegada de la
primavera. Fue una mañana soleada pero en un abrir y cerrar de ojos, el cielo
se cubrió de gris y comenzaron a caer con gran fuerza gotas de lluvia, parecía
que el cielo se cubría de luto. Anarah se marchaba de este mundo después
una terrible batalla contra el cáncer. Sus últimas palabras fueron: ¡Volveré, ya
sabrás como!, mientras mantenía con una fuerza sobrenatural y acogedora mi
mano derecha, creo que huso toda su fuerza para apretarla, todavía siento su
apretón quedándose algo de ella en mi mano como prueba de su valor y
entrega a tantos años de amor que vivimos juntos. Anahara amaba mi barba,
mis manos, disfrutaba verse reflejada en mis ojos, pero lo que más amaba de
este imperfecto mortal era la poesía. No sé cuántas veces lloraba con mis
versos, decía que ellos le daban vida y el profundo valor para seguir adelante.
A ella le dedique cada palabra escrita, cada verso, cada poesía. Ahora que me
falta, no logro escribir una simple letra, se me ha ido toda inspiración para que
nazcan las palabras de mis adentros. Ya todos preguntan porque no escribo,
cuando volverán a leer algo de lo que siempre tengo acostumbrado a mis
lectores. Nadie pregunta por la pérdida de mi Anarah, ella mi perfecta
inspiración la que me dio mil motivos para escribir y para sentirme vivo.
Después de su amor ya no hay nada, solo abismo y oscuridad. Me voy a la
cama, me sumergiré en el mundo de las lágrimas, quiero perderme dentro de
mí mismo. Los días y las noches pasan, las mismas cosas suceden una y otra
vez, la monotonía y la soledad se apoderan de mí. Sigo en el lecho, donde el
olor de Anarah perdura, no quiero que se esfume, voy recogiendo cada vestigio
de ella para perpetuarla. Cierro los ojos y creo oír mi nombre en su voz, abro
los ojos la busco por nuestra habitación pero todo es incierto, miro en la
ventana una mariposa azul que golpea el cristal, voy hacia ella, la abro y entra
como recorriendo el cuarto hasta llegar a posarse entre mis cuadernos, mis
libros, mis páginas a medias. Esta mariposa azul intenso me segó por varios
momentos con su aletear, volviendo a retomar su vuelo marchándose de la
habitación, la seguí con mis ojos hasta que la perdí de vista. Fui hasta el
escritorio y pude leer escrito en polen: “Vuelve a escribir, para perpetuarme,
para salvarte” así supe que mi Anarah había vuelto a la vida en una
mariposa.

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