Bajo la tierra, un mundo
Murió mi eternidad y estoy velándola.
Cesar Vallejo
Cuando los quejidos de la tierra despiertan,
son profundos los abrazos de los difuntos.
Existe un ir y venir cual memoria latente
como escurridiza raíz
de árbol dormido en la semilla
a la espera de la bendecida lluvia.
Alas de reloj de arena somos
ante la quietud del silencio interrumpido,
tiempo inerte y rendido ante el adiós definitivo.
Pasaremos de vivir entre nosotros
para quedar en nosotros.
Es cierto le temo a la muerte,
más sé que esta no es el final
nadie lo ha contado pero existe
otro mundo más allá de la tierra.
Las santas escrituras nos lo prometen,
mientras respiro, sigo y confió.