Descripción
Hay toda una investigación sobre la felicidad en la poesía del zaragozano, una celebración del presente que implica una clara apuesta por el porvenir. Los botes donde se guardan las legumbres, la casa del pueblo, un viaje de trabajo o la fruta recién comprada esto es, una fruta que morder van creando una constelación, un universo personal pero de todos, privado pero colectivo, extremadamente íntimo pero abiertamente compartido. Todo es la realidad, todo es exacto y todo es, en principio, bueno.
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