Descripción
De todos los pueblos de la antigüedad, ninguno ha manifestado por el misterio de la muerte un interés tan apasionado y exclusivo como el egipcio. El rito mortuorio, en las primeras épocas privilegio de los reyes o altos funcionarios, pronto se trasladó a todas las capas sociales: todo ser normal ambicionaba poseer las «Palabras de Potencia», las fórmulas para devenir un dios, para sobrevivir en la tumba. Los parientes del muerto solicitaban a los escribas una selección de conjuros (la más numerosa que poseemos es la del papiro de Turín, de unos ciento sesenta conjuros) que, en forma de rollos, colocaban en su tumba. En la actualidad, poseemos unos 190 fragmentos de dimensiones y valor innegables. Richard Lepsius hizo la primera edición en 1842, con el nombre de Libro de los Muertos, que si bien inexacta (el nombre correcto es Salida del Alma hacia la Luz del Día) ha perdurado hasta nuestros días.
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