Descripción
Cuando nos crece la edad la memoria del corazón se hace más selectiva, se hace notar, late y sigue latiendo, no hay seísmo, nada tiembla, solo son los latidos acelerados de la infancia porque, del tiempo de los tiempos, qué sabrán los calendarios. Ese Toro vivido y contado a través de nuestros mayores. Toro desde la distancia que ponen la querencia y los años. Toro desde las sensaciones, desde los sentimientos. Ese Toro invisible a los ojos que habita dentro de nosotros, porque hay un Toro que no sale en las postales. Solo podemos atrapar el tiempo entre fotos y palabras, entre imágenes y letras, solo ahí permanece el tiempo parado, tiempo de otros tiempos, testigos de papel entre fotos y palabras. Ese Toro emocional es el que, de alguna manera, quiero dejar plasmado en estas páginas expresado en su conjunto monumental y emotivo. En un imposible olvido mezclado de admiración y devoción. En lo que para mí ya es.
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