Descripción
Este pasaje de la historia comienza a mediados del siglo XIX, cuando la llegada de las líneas férreas se asocia al progreso, a la modernidad, y a un incipiente desarrollo industrial en España; acaba en los años 70 del pasado siglo XX.En los años 1851 y 1853, la rica y próspera ciudad de Écija, ubicada en el trazado del Camino Real entre Madrid y Cádiz, fue invitada a unirse al estratégico proyecto de enlazar mediante líneas férreas los Pirineos con Cádiz, punto de encuentro de uno de los puertos más importantes de Europa. Por dos veces, los gobernantes locales hicieron caso omiso a esta propuesta de adhesión al proyecto, y de esta manera Écija y su comarca quedaron aisladas de los novedosos caminos de hierro.Años más tarde, y tras numerosas tentativas, se implantaba una línea férrea que conectaría la comarca ecijana con algunas capitales andaluzas. Este tren llegaba a Écija en 1879 en forma de línea secundaria, partiendo de Marchena, y conectando poco después con Córdoba (a través de la cercana estación de Valchillón). Durante los 91 años que se mantuvo operativa esta vía férrea entre Marchena y Valchillón, el tren fue el medio de transporte habitual de la población; del mismo modo, comerciantes, industriales y agricultores distribuían sus productos por toda la península.Cuando el Estado decide desmantelar por falta de rentabilidad económica y dentro de un plan de modernización un buen número de líneas férreas secundarias españolas, esta nuestra, Marchena – Valchillón, es una de las primeras en clausurarse. En un intento de frenar ese cierre hubo movilización por parte de gobernantes locales, industriales, y otras entidades que se sentían afectadas por la medida. Pero la industria del automóvil, y el negocio del transporte por carretera, habían ganado la partida al ferrocarril. Écija y su comarca perdían así, por segunda vez, su tren.
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