Descripción
A los treinta y tres años de la muerte de Manuel Altolaguirre he vuelto otra vez a La Habana, donde el viento marero asistió al renacer de su heroica imprenta de La Verónica, madrileña y universal, poética. Mi querido amigo Gonzalo Santonja, buscador incansable de aquellas islas misteriosas, está recogiendo su memoria, velada por la niebla del tiempo, a través de archivos, de la nostalgia de sus compañeros y del testimonio agradecido de los muchos jóvenes que entonces se formaron en la lectura de los alados libros de aquella mágica imprenta.Rafael AlbertiLa Habana, 1992.
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