Descripción
La Inquisición española, con el propósito de proteger la ortodoxia católica, no duda en perseguir y detener a cualquier individuo que haya sido acusado, sea cierto o no, de prácticas heréticas.En su fanatismo, utiliza cualquier medio para conseguir confesiones que justifiquen la admonición más cruel, el escarnio público o, en el peor de los casos, la inmolación en las hogueras. Es la práctica común de una Iglesia todopoderosa que atemoriza a una sociedad inculta, empobrecida y encadenada a sus propios prejuicios.Don Alonso de Salazar, sacerdote e inquisidor, da un paso al frente para oponerse con firmeza al sacrificio de cualquier individuo acusado de brujería. No cree en las brujas, no cree en la brutalidad ejercida por los tribunales y no cree en la tortura como medio para la salvación de las almas.La aparición de varios cadáveres carbonizados de muchachas, acusadas de hechicería, le incitan a liderar una investigación en la certidumbre de que nada es lo que parece.
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