
Autor: Cristian Camilo Bolívar Arévalo
El alba deslumbraba en un cielo escarlata, donde el emblema de la codicia y el vicio, se reflejaron en dos almas, que rodaban la perilla de un revolver apuntándose uno al otro. No se supo el motivo, pues ninguna llevaba distinción; eran almas para muchos desconocidos. Pero allí estaban dos amantes, con miradas sombrías, ante la traición o el amor, sin saber si hacían caso omiso a su corazón o a su amo y señor. Se aproximaban con el único deseo de besarse, pero la muerte seguía rondando ante la bella seducción y la pasión, y sin importar el precio, uno de los dos tendría que perecer. No obstante, el amor fue incondicional, el motivo por el que el poeta se sacrificase ante la irónica belleza de su error. Se apuntó en la cabeza y se disparó con el único recuerdo de un desenfreno banal, donde sus cuerpos se frotaban, mientras afloraba el néctar sexual y vertiginoso de la noche. De esta forma, la fría musa se despidió, con una profunda melancolía, con las mejillas que se humedecían por el llanto. La desesperación fue tan vil, que los espectadores solo apreciaron el cuerpo de una bella dama cayendo por la borda de un edificio. Un final desastroso, pero la historia que llevó a un miserable al éxito.